jueves, 22 de diciembre de 2011

Etiquetas a derechas e izquierdas

Al hilo de los últimos artículos publicados, me gustaría aclarar el significado y el uso que se le da a la clasificación político-ideológica de "derechas e izquierdas" actualmente. El origen de esta clasificación fue la Revolución Francesa y, como tal, es propiamente liberal. Fuera de este sistema carece de sentido práctico, y su uso implica ya una aceptación de la cosmovisión liberal por parte del interlocutor.

Durante las reuniones de la Asamblea Constituyente francesa, los políticos de diversas tendencias se sentaban en un lado o en otro de la sala, tomando al poco tiempo el nombre del lado en el que se situaban con respecto al presidente de la misma. Así, los de la derecha eran los conservadores y los de la izquierda los progresistas.


Y ha sido esto lo que ha definido, por norma general, la clasificación política liberal. La derecha era netamente conservadora, asociada a las clases privilegiadas y a cierto apego por instituciones y costumbres arcaicas. En cambio, la izquierda ha tendido siempre al progresismo; a defender los derechos de las clases menos favorecidas y a modificar las costumbres y estructuras existentes. Esta división básica, maniquea en su propia concepción, es el eje fundamental para entender cómo ven los liberales al resto de grupos ideológicos.

La presente clasificación sólo es válida para los que comparten la cosmovisión liberal, y no acierta a explicar lo que hay más allá. Sin embargo, al constatar las carencias del sistema, se añadieron dos categorías más para abarcar el conjunto de opciones ideológicas y clasificar, siempre desde el punto de vista liberal, al mundo según su ideología: ultra-izquierda y ultra-derecha.

La propia tendencia liberal de conjugar contrarios, de negar una tesis y aceptar sus consecuencias, y de buscar el "término medio" práctico sin llegar a ninguna conclusión, es lo que configura la propia división ideológica. El binomio derecha-izquierda nace de la indecisión liberal entre conservar los elementos y estructuras sociales tradicionales o cambiarlos por completo y progresar hacia un nuevo modelo social. La expresión individual de esta contradicción social es la división en dos corrientes que, sin dejar de ser liberales, encarnan tendencias contrarias e incluso excluyentes: conservadurismo y progresismo.

Pero, más allá del mundo liberal, existen muchísimas ideologías y cosmovisiones que escapan por completo a su clasificación, y que son agrupadas según su origen ideológico en ultra-derecha y ultra-izquierda. Esta denominación responde a la propia lógica liberal: si los conservadores están a la derecha, los que sigan la cosmovisión católica, que era la que existía en gran parte de Europa a la llegada del liberalismo, están más allá de la derecha. En el sentido ideológico es ultra-derecha porque lleva la nota de conservación de la sociedad preliberal más allá de lo que propugnan los conservadores, en el cronológico es anterior a la derecha, que son los que más tratan de aferrarse a lo antiguo, y en el propio sentido liberal, es una cosmovisión ajena y que está más allá del liberalismo, lindando con ella "por la derecha".

Análogamente, podemos explicar la ultra-izquierda, que engloba a todas aquellas ideologías o cosmovisiones que exceden el mero progresismo, que buscan cambiar por completo las estructuras sociales y que, generalmente, pertenecen a la cosmovisión revolucionaria (socialismo, marxismo, anarquismo...), como todo lo que supere los límites liberales y se salga del equilibrio y el punto medio de estos. Son, al contrario que los ocupantes de la ultra-derecha, cosmovisiones más jóvenes que el liberalismo y que la aventajan en ímpetu y búsqueda del cambio social (también suelen actuar  más que los liberales), por lo que se les suele colocar en la izquierda, más allá del propio liberalismo, conformando una línea continua que explica perfectamente la evolución histórica de las ideas: como base y comienzo la cosmovisión pre-liberal, es decir, la católica, de la que toma ciertos elementos y deja otros; luego la liberal, en el centro y con las dos tendencias, que da paso a la ultra-izquierda o revolucionaria, consecuencia directa de la liberal y que acaba apartando todos los elementos de la cosmovisión católica.

Sin embargo, derivando directamente de esta tensión constante de las partes que conforman el liberalismo (derecha e izquierda) surge una síntesis que, como no podía ser de otra manera, es contradictoria en sí misma: el centro. Esta opción tiene como valor único la moderación, el punto medio como virtud absoluta. Abandonando por completo cualquier base ideológica, racional o consecuente, se limita a buscar ambos extremos liberales, sean cuales sean, y columpiarse en el centro, buscando la mayor ecuanimidad de propuestas sin siquiera plantearse fundamento ideológico alguno. Hay que ver al centro, no obstante, como consecuencia inevitable de la cosmovisión liberal, que trata de compaginar grandes tensiones y de equilibrarse a sí misma sin llegar a conseguirlo.

Tras esta explicación, podemos hacer una rápida clasificación de las diversas ideologías y cosmovisiones de la historia desde el punto de vista liberal. El catolicismo tradicional (carlismo en España y miguelismo en Portugal, por ejemplo) es la ultra-derecha por excelencia, al ser éste el origen de la cosmovisión liberal; el nacional-socialismo de la Alemania nazi, a pesar de su nombre, es también ultra-derecha al ser, en esencia, una ideología de base pagana; el Islamismo también entra dentro de esa clasificación; al igual que la cosmovisión protestante, que englobaría a los estados del norte de Europa y anglosajones pre-liberales. El fuerte grupo cristiano de EEUU es el ejemplo más claro de esta última.

Por otro lado, en la ultra-izquierda, tenemos a todos los movimientos de base marxista. Desde los regímenes comunistas de la Unión Soviética o la China actual (aunque ésta, de economía capitalista) hasta el régimen frentepopulista en la España del 36 o la Cuba castrista.

Es inevitable que ciertos elementos escapen al cerrado análisis liberal y que lo muestren imperfecto. Por ejemplo, la tendencia católica a la caridad para con los más necesitados, típicamente de "izquierdas" pero practicado en la ultra-derecha. O la protección a una clase dirigente privilegiada en las dictaduras comunistas, propia de la ultra-derecha.

Por último, el socialismo, entendido en puridad, forma parte de la ultra-izquierda, pese a que muchos liberales progresistas se hagan considerar simplemente "de izquierdas". En base a esto, hay que aclarar brevemente la acción de la cosmovisión revolucionaria para entenderla completamente: las diversas fuerzas marxistas han tratado de desarticular el estado liberal desde su propia posición ideológica (con otros presupuestos y clasificaciones). Algunos grupos, como los socialistas, han aceptado el juego liberal -o lo han pretendido- y, poco a poco, han desplazado el espectro político, de tal forma que lo que antes era parte de la ultra-izquierda (ellos mismos), pasa a ser simplemente de izquierdas y, lo que antes ocupaba un lugar en la derecha, es desplazado a la ultra-derecha. Al no tirar de la misma forma una fuerza análoga de ultra-derecha que equilibre el espectro político, no hay nada que compense la acción de estos grupos revolucionarios y, por ello, muchos partidos de derecha liberales temen ser tildados de ultraderechistas; lo que explica su afán por acercar sus posiciones cada vez más al centro, pues salir del límite del liberalismo les descalificaría de cara al resto de liberales pero, sobre todo, de cara a sus propios fundamentos.

2 comentarios:

  1. Y yo creyendo siempre que se trataba de las Cámaras británicas, que los "lores" se sentaban a la derecha y los "comunes" a la izquierda.

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  2. Saludos, Español, iza tu bandera.

    Los lores se sentaban (y se sientan) en el Senado, una cámara distinta a la de los comunes, que también tienen la misma división que indiqué arriba, por cierto.

    Y si te fijas, aún ahora se sientan respetando este mismo orden.

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